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Apuntes de verano

Actualizado: 22 sept 2019


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Biblioteca de La Seu d'Urgell

Llevamos todo el año esperando el verano y cuando te das cuenta ya ha terminado. Esa época del año en que solemos ir a la playa y estar con la familia y los amigos, lo que podríamos hacer perfectamente durante el resto del año. Pero el verano nos libra de nuestras obligaciones y nos da el suspiro que echamos en falta durante el curso. Las vidas ajetreadas que llevamos no nos permiten ver cómo se construye el día, leer de forma insaciable o mantener conversaciones sobre la existencia humana. Reivindicar un espacio de sosiego, descanso y reflexión solo se conjuga con el verbo veranear por su capacidad de aportar esa necesaria tranquilidad.


No hace falta coger un avión – de hecho he cogido uno en toda mi vida, de Santander a Barcelona – para disfrutar de esos pequeños momentos a los que aludía. No hace falta incluso coger el coche. A veces tan solo hace falta abrir los ojos y observar a nuestro entorno más cercano y darte cuenta de lo que antes no habías sido capaz de ver. A partir de ahí, todo es distinto.


Este verano ha sido un verano más. Aunque he aprendido a valorar esos pequeños detalles que conforman nuestro día a día. También ha sido un verano de reafirmaciones. Quiero seguir estudiando y dedicarme en un futuro a uno de los oficios más bonitos del mundo: el periodismo. Quiero seguir siendo quien soy, aunque a algunos pocos les pese. Y frente a estas reafirmaciones también he dudado; porque, en esta época de cambios o en este cambio de época donde todo parece ser blanco o negro, apostar por toda la paleta de grises nos convierte en auténticos valientes. Dejar a un lado la polarización para acercarte a gente que no piensa como tú e intentar entender porque piensan así es un ejercicio simple pero que trastoca cualquier dogmatismo para dejar atrás todo sectarismo.


Dudo y por eso existo, pero también dudo y por eso pienso. Pero sin lugar a duda, dudo y por eso escribo.

 
 
 

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